lunes, 24 de noviembre de 2008

CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS DE LOS HOMBRES QUE EJERCEN VIOLENCIA CONYUGAL




Actualmente se reconoce que la agresión entre los miembros del núcleo familiar no es un fenómeno nuevo. Por el contrario, ha estado presente durante las diversas épocas de la historia de las sociedades. No obstante, sólo en forma reciente ha empezado a ser objeto de estudio de la psicología y las demás disciplinas interesadas en el comportamiento social humano.


Una parte del interés en torno a la violencia dentro de la familia se ha centrado en los intentos por determinar la dimensión cuantitativa del fenómeno. Si bien las cifras difieren según la región y el contexto sociocultural donde se realizan los estudios, estos indican que la violencia dentro de la familia en sus diversas formas presenta una alta prevalencia entre personas de todas las edades, clases sociales, religiones y razas. De la misma forma, se ha presentado un aumento progresivo en el número y proporción de casos reportados durante los últimos años, lo cual puede ser indicativo tanto de una incidencia mayor
como de un cambio en la forma como se concibe este fenómeno a nivel legal, estatal, social e incluso teórico e investigativo.
A modo ilustrativo, en el caso de Colombia la encuesta representativa nacional de PROFAMILIA (1990) mostró que el 65% de las mujeres interrogadas declaró haber peleado alguna vez con su esposo o compañero de convivencia; el 18.8% reportó haber sido objeto de agresión física, el 30.4% de agresión verbal y el 8.8% de agresión sexual, todas éstas, formas de violencia ejercidas por parte del compañero conyugal.



No obstante, la evidencia de que es el hombre quien en la mayor parte de los casos ejerce violencia al interior de la relación de pareja, contrasta con la escasa investigación existente en el contexto colombiano e hispanoamericano en torno a las características psicosociales de tales hombres. Esto puede ser consecuencia de las dificultades prácticas y metodológicas que implica el trabajo con hombres renuentes a participar en los estudios, o bien de la existencia de juicios de valor en torno a personas frecuentemente estigmatizadas por sus comportamientos violentos y las consecuencias físicas y psicológicas de éstos sobre sus parejas.
Adicionalmente, estos inconvenientes limitan en gran medida el nivel de análisis de los datos obtenidos hasta el momento (Browne y Herbert, 1996). La mayor parte de los estudios sobre esta población corresponden a los resultados de experiencias de asistencia psicoterapéutica (Ortiz, 2000; Echeburúa, 1994; Corsi, 1989).


Los estudios antes mencionados, y otros realizados en contextos diferentes, han identificado diversas características sociodemográficas, culturales, psicológicas e incluso biológicas de los hombres que ejercen violencia hacia su cónyuge. Los modelos de explicación del fenómeno conforman un rango amplio y heterogéneo que recurre para su objetivo a hallazgos y supuestos de disciplinas como la biología, la psiquiatría, la epidemiología, la sociología, la antropología y las diversas corrientes psicológicas y psicodinámicas. Es innegable que la violencia familiar y conyugal en específico son fenómenos multideterminados, que en su origen y mantenimiento tienen la influencia de variables macroestructurales, individuales e intrapersonales.




En relación con las características individuales se han identificado, entre otras, condiciones biológicas (elevados niveles de testosterona), rasgos de personalidad (hostilidad, dependencia afectiva, celos excesivos, síntomas depresivos), e incluso trastornos psiquiátricos (trastorno de personalidad antisocial, depresión mayor, trastorno bipolar, abuso de sustancias). A nivel comportamental y cognitivo las investigaciones han identificado características como baja autoestima y autoconcepto, déficit en habilidades sociales dentro del contexto conyugal, dificultades para el afrontamiento de eventos estresantes, así como dificultades en la interpretación y expresión de emociones negativas (como tristeza o ira). También se ha identificado un amplio rango de distorsiones o esquemas cognitivos inadecuados, especialmente, en lo concerniente al comportamiento de la pareja, el rol como esposo o compañero conyugal y el papel de la agresión conyugal como forma de resolver conflictos, o poner fin a un evento o situación desagradable, ejerciendo de esta forma control sobre su ambiente.
Ante la complejidad del fenómeno de la violencia conyugal y el reducido número de estudios dedicados a la caracterización de los hombres que ejercen dicho tipo de violencia en el contexto latinoamericano, la presente investigación tuvo como objetivo establecer las características psicológicas de un grupo de hombres que ejercen comportamientos de agresión hacia su cónyuge a través de la comparación de las mismas características en hombres que no ejercen tales conductas. Las características tenidas en cuenta para la comparación fueron: nivel de estrés percibido, respuestas de afrontamiento ante situaciones estresantes, estilo de comunicación en situaciones de interacción con la pareja y nivel de rabia percibida.



Las hipótesis planteadas en el estudio fueron:
1. Los hombres que ejercen comportamientos violentos hacia su cónyuge actual presentarán una mayor proporción de comportamientos de comunicación agresiva o pasivo-agresiva con su pareja, a diferencia de los hombres sin antecedentes de ejercicio de violencia que presentarán una mayor proporción de comportamientos asertivos o pasivos.
2. Los hombres que ejercen comportamientos violentos hacia su cónyuge presentarán niveles de estrés percibido significativamente más altos que los de hombres sin
antecedentes de ejercicio de comportamientos violentos en su relación de pareja.
3. Los hombres que ejercen comportamientos violentos hacia su cónyuge presentarán diferencias significativas en sus respuestas de afrontamiento con respecto a los
hombres sin antecedentes de comportamientos violentos hacia su cónyuge.
4. Los hombres que ejercen comportamientos violentos hacia su cónyuge presentarán niveles de ira percibida significativamente más altos que los de los hombres sin
antecedentes de ejercicio de estos comportamientos.

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